Para qué mirarla a los ojos y decirle "ámeme, quédese", si al momento de querer mover los labios ellos se cierran y se llenan de prejuicios, miedos... De situaciones esfumadas por falta de miradas. Para qué mirarla cuando podría besarla y así hacerle entender que por usted daría mi ultimo suspiro, que a usted es a quien le pertenece mi ultimo pensamiento antes de dormir y el primero al levantarme.
Usted es esa idea recóndita en mi mente que da vueltas y vueltas, una y otra vez.
Usted es, simplemente es.