Es irónico.
Es irónico como cada que creemos tener algo o alguien asegurado, en una milésima de segundo se esfuma, se pierde, se ausenta.
Es irónico como en el momento en el que alguien te ama tú no le correspondes, y cuando tú le amas, esa persona ya decidió avanzar y olvidarte.
Es irónico como se puede odiar y amar al tiempo.
Es irónico que cuando más queremos hacer feliz a alguien más le lastimamos.
Es irónico que cuando estamos seguros de lo que queremos, somos y vamos a ser, en un solo parpadeo nos desconozcamos, ya no sepamos qué queremos, qué somos, a dónde vamos, ni qué fuimos.
Es irónico.
Eres irónica.
Soy irónica.
Somos ironía.
Es irónico cuando por fin decides tomar el riesgo de sentir, abrirte y confiar, te ves traicionada.
Es irónico como con un solo paso podemos llegar a la sima de una montaña y contemplar un paisaje majestuoso, y como con otro podemos caer en el abismo más oscuro y tétrico que exista.
Puedo seguir escribiendo mil y un momentos irónicos, mil y una persona irónica en la vida, mil y una relación irónica, mil y un ironías, porque la vida es eso, una conexión de ironías que te enredan, o desenredan.
Daría mucho por ser la ironía de tu vida, esa ironía que te desenreda, esa que te sorprende, esa que te atrape y te logre llevar a la sima de la montaña a contemplar un paisaje majestuoso.
No todas las ironías son malas, no todas lastiman, muchas nos enseñan, nos hacen crecer, nos abren los ojos.
Sé eso, sé mi ironía de aprendizaje.
Déjame ser eso, déjame ser tu ironía de aprendizaje.
Seamos irónicas.